Su Majestad Católica Felipe II, a pesar de contar ya con sesenta trabajados y esforzadísimos años, estaba hasta más allá de sus gónadas reales de los piratas luteranos, de la reina Isabel que le había dado en las narices negándole el matrimonio, y más que harto de que los tesoros que venían de América acabaran engrosando los baúles de gente pecadora como aquella. Así que poco a poco fue vislumbrando la idea de que había que tomar cartas en el asunto y disponerse para invadir Inglaterra.
A finales de mayo de
1588 los navíos de la que se llamó Felicísima Armada (lo de «Invencible» fue
una terrible ironía inglesa) se echaban a la mar. Eran cerca de ciento treinta.
navíos
Entre aquellos miles
de valientes a los que solo pudo detener la crueldad de los océanos estaba el
capitán Francisco de Cuéllar, curtido y valiente soldado de notable experiencia.
Cuéllar pasó una larga temporada en Irlanda (sobre todo en el norte) y otros
cuantos meses refugiado en Escocia, en tierra de católicos y aliados de los
irlandeses frente a los ingleses. Cuéllar vivió desnudo como un salvaje, vio
morir ante sus ojos a cientos de camaradas y compatriotas, se jugó la vida
denodadamente y estuvieron a punto de darle matarile varias veces... SIGUELEYENDO
El libro «La fuga del
náufrago. Desventuras de los náufragos de la invencible» Miguel Silvestre (Ed. Barataria).os puede ilustrar mucho
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