LOS ESPEJOS CONVEXOS EN LA PINTURA FLAMENCA
Los Países Bajos se convierten en el corazón financiero de Europa durante el s. XV y esa concentración de riqueza promueve una profunda revolución pictórica. Los artistas flamencos, extremadamente hábiles en pintar la realidad en sus mínimos detalles, crean en los lienzos espacios que no sólo comprenden una escena, sino que, gracias a los espejos convexos, añaden a la escena la presencia del propio contemplador o de otros personajes ocultos.
Robert Campin (1375-1444) utiliza un espejo convexo en una de las alas del Tríptico Werl, La escena, en la que San Juan Bautista, ataviado con un ropaje de la época del evangelio, presenta un cordero y un libro al franciscano Enrique de Werl, resulta ampliada gracias al espejo, que nos descubre a otros dos monjes en la parte no visible de la estancia y un paisaje diferente en la nueva perspectiva de la ventana. El cuadro, adquirido por Carlos IV, está en el Museo del Prado.
Los Países Bajos se convierten en el corazón financiero de Europa durante el s. XV y esa concentración de riqueza promueve una profunda revolución pictórica. Los artistas flamencos, extremadamente hábiles en pintar la realidad en sus mínimos detalles, crean en los lienzos espacios que no sólo comprenden una escena, sino que, gracias a los espejos convexos, añaden a la escena la presencia del propio contemplador o de otros personajes ocultos.
Robert Campin (1375-1444) utiliza un espejo convexo en una de las alas del Tríptico Werl, La escena, en la que San Juan Bautista, ataviado con un ropaje de la época del evangelio, presenta un cordero y un libro al franciscano Enrique de Werl, resulta ampliada gracias al espejo, que nos descubre a otros dos monjes en la parte no visible de la estancia y un paisaje diferente en la nueva perspectiva de la ventana. El cuadro, adquirido por Carlos IV, está en el Museo del Prado.
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