1946. Un año después del
final la Segunda Guerra
Mundial y poco después de concluir la Guerra Civil en España, en plena Cordillera
Cantábrica Asturiana, a 150
kilómetros de Oviedo, Narciso Hernández Vaquero (uno de
los fundadores de la empresa Hidroeléctrica del Cantábrico), decide ubicar la
que en aquel momento sería la segunda presa hidroeléctrica más grande de Europa.
La
construcción suponía un reto tan importante que tuvo que proyectarse un
teleférico desde la costa para evitar el tránsito de unos cien camiones de 10
toneladas a través de esa carretera que unía el mar con la futura presa.
Más
allá de esas mareantes cifras de kilómetros y metros cúbicos, lo que realmente
abruma en esta presa es que sus promotores quisieran ir un paso más allá,
convirtiendo una mera central de producción de energía en una obra de arte
total, un ejemplo de integración de arquitectura, escultura y pintura en una
obra industrial, que debemos a una saga familiar: los Vaquero....SIGUE LEYENDO
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